21.12.10

Un resumen

Dentro de 48 horas, con suerte, estaré entrando en Bilbao. Saldré de Casablanca destino a Madrid pocos días antes de cumplir tres meses en Marruecos, tres meses que han dado para mucho porque queramos o no, el tiempo no corre sino vuela.

En tres meses he llegado a ser feliz aquí y sentirme casi adaptada (que del todo uno no se puede adaptar en tan poco tiempo), he empezado a conocer la cultura de este país que está "al sur de Tarifa" de mano de todos aquellos con los que me he ido cruzando. 

Cada momento aquí te enseña algo nuevo, diferente, y puedo decir que todos los días hay alguna cosa que me hace abrir la boca de la sorpresa.

He visitado algo, muy poco (espero que sea más en los próximos meses). He comido casi de todo. Casi, ¡que aún queda mucho por probar! y todo me ha gustado.

He visto a gente llegar y a gente irse. He conocido, y sigo conociendo a personas que me están aportando muchísimo y que hacen que mi vida aquí valga la pena.

Tres meses son lo suficiente para poner los pies en la tierra... ¡y empezar a caminar!

En fín, en 48 horas estaré en casa inshallah. Que tres meses son suficientes para echar de menos el hogar.

Aquí abajo, fotos de tres meses en Rabat




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19.12.10

Los domingos son para el brunch

Así es, ¿qué mejor que hacer un domingo por la mañana con un poco de resaca? Pues acercarse al Ty Potes y tomar el buenísimo brunch que preparan los domingos. 
(Cada domingo: plato con jamón, bacon, huevos revueltos, champiñones y beans; pan con mantequilla, queso fresco y mermeladas; macedonia y café)

Hacía tiempo que quería hablaros del Ty Potes, uno de mis locales favoritos de Rabat. Se trata de un pequeño "bistró" francés regentado por Delphine, francesa afincada desde hace años en la ciudad y una de las personas a conocer aquí por su simpatía y buena compañía.

El local se encuentra en el barrio de Hassan, detrás de la catedral de San Pedro de la que ya os hablé . Lugar de encuentro para los expatriados de Rabat, fue mi primera cena según aterricé en Marruecos y desde el primer momento me conquistó por su ambiente tranquilo e íntimo, sus galettes dulces y salados (el Scandinave, con salmón y crema de limón es mi favorito) y desde hoy, por su brunch.

Su jardín, de noche, es perfecto para una cena tranquila, de dos, de tres, de cumpleaños... ¡Como la cenita que celebramos la semana pasada por el cumple de Mila!

Uno de los must "Dónde comer" por Mlle Couscous.


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¿Decoración navideña? ¡Gracias Delphine!

Pasemos ahora con el menu:


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El jardín de día (arriba) y de noche (abajo)... una monada

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No sé el nombre de la calle así que lo he marcado con una estrella amarilla

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18.12.10

Navidad

Creo que ya sé lo que es sentir la "nostalgia del expatriado"

Siempre he sido bastante navideña y no en el sentido religioso de la palabra. Más bien adoro esos días con la familia... las pequeñas tradiciones.

Hoy es 18 de diciembre y aunque aquí en Marruecos haya algunos signos de que el día 25 se está acercando ( pude comprar un par de bolas rojas y una cara de papá noel en el Marjane, en la oficina tenemos un arbolito en el recibidor y ya hemos celebrado las correspondientes "copas" de Navidad) ¡Esto NO parece Navidad!

El tiempo esta semana nos ha concedido a los expatriados del norte un poco de nostalgia y ha bajado unos grados para que podamos sentirnos un poco más en casa. Las calles de Rabat lucen esas luces permanentes que nos hacen pensar en la decoración de estas fechas (aunque nada tienen que ver con la Gran Vía bilbaína vestida de azul o las impresionantes calles de Madrid) y en la medina es posible encontrar un dulce muy parecido al turrón (con la diferencia de que se vende todo el año).

Estos días, antes de que el bendito 23 vuele hacia el norte, echo de menos pasar un poquito de frío, escuchar en las noticias que han cerrado puertos de montaña por la nieve, salir a la calle y darme cuenta de que me he dejado los guantes en casa...
Echo de menos los escaparates rojos, dorados y azules, los renos, los osos, las cartas a los Reyes Magos...
Echo de menos el olor de las castañas, las bolsas de El Corte Inglés y hasta los villancicos en las tiendas!
Echo de menos ver a la gente cargada con las cestas de Navidad por las calles, esperar a que llegue nuestra cesta a casa  y abrirla todos juntos, como manda nuestra tradición.

Pero no desespero, en menos de una semana, estaré en casa, oliendo la pava que prepara mi padre (sí, ya la huelo desde aquí), escuchando los CDs navideños de mi tía, vistiendo con ropa de invierno, abrazando a mi petite, cumpliendo las pequeñas tradiciones que tanto me gustan.

Hasta entonces, me vuelvo mucho más navideña que otros años, me entra morriña y pienso en vosotros, compañeros IC3X y no IC3X, (que estáis lejos y echáis de menos la Navidad y sus tradiciones tanto o más que yo) y os dedico mis vídeos y fotos de hoy:

FELIZ NAVIDAD


El Corte Inglés se acuerda de nosotros esta Navidad

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Mi querida Gran Vía de Bilbao vestida de azul


 ¡No sería Navidad si Freixenet no nos felicitara las fiestas!
(este año le ha tocado a Shakira)

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Sí, ¡me gustan los osos! (y las cámaras de fotos...)



Aunque el señor calvo no esté, este año, los de la lotería se lo han currao...

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Madrid, Madrid, Madrid


Y para terminar, una de mis canciones de Navidad favoritas ever: 
All I want for christmas is YOU

15.12.10

Saafi

Saafi, Saafi baraka ("así es suficiente" , "basta" o "ya vale" según el contexto y la intención)

Pues bien, llegó el día de hablaros de una de las pocas cosas que, por mucho que llegue a acostumbrarme, no me gusta ni me gustará de Marruecos. Creo que si no hubiera sido por la cadena de acontecimientos sucedida hoy, habría tardado más en sacar el tema... ¿Qui sa?

Este mediodía, 14:05, volvíamos Miles y yo de comer un buenísimo mechoui con el estómago bien satisfecho. En el camino desde el  Coq Magic (muy recomendable si se desea degustar un buenísimo Poulet Roti, pero bueno, no es el asunto que nos concierne hoy) nos hemos cruzado con un grupo de chavales. Tramaban algo, claro estaba, nos miraban y reían ¿disimuladamente? Nosotras, ya acostumbradas, hemos hecho como si nada y hemos seguido nuestro camino. Hasta que he visto algo en el suelo, un pequeño cilindro del que salía humo. ¿No lo adivináis? ¡Esos desgraciaos nos habían tirado un petardo! No os alarméis, era una cosita de ná, inofensiva. Pero piensas para tí misma: "Saafi, saafi baraka".

Avancemos un poco, 16:35 de la tarde, saliendo de la ofi por fín para casa. Ya os he contado alguna vez que por el camino pasamos todos los días por delante de un instituto. A esa hora, los chavalillos están saliendo de clase, hora punta vamos... Grupo de chicos, 16 o 17 años, te hacen la pasarela y uno de ellos, sin dejar de mirarte te dice: "hermosa" y ootra vez te dices "Saafi, saafi baraka" 

17:15, vuelvo de comprar unas bombillas para el salón y lo veo venir, lo veo venir de lejos. Esta vez, tras un repaso desde la distancia, este tío empieza a hacerme muecas mientras lo intenta "Ça va?" 
Como de costumbre, no contesto. 

Saafi, saafi baraka señores... 
Esto es el pan de cada día en las calles de Rabat. Pero hoy ya ha sido suficiente. Son comentarios inofensivos, desde luego, que no van a llevar a ningún lado... pero por un día, me gustaría no ser observada como si fuera una brocheta de cordero con patas.

Nunca hasta llegar aquí me había sentido tan observada (y no de una manera inocente). No importa si eres alta, baja, morena o rubia, si eres mujer lo tienes claro, y si eres extranjera... prepárate para que te miren, te hablen e intenten (no sé qué tipo de esperanza pueden albergar) tener una conversación contigo en medio de la calle. ¿De verdad creerán que van a conseguir algo?

Claro que no todos son así y algunas veces la torpeza o sinceridad de alguno puede sacarte una sonrisa o incluso una carcajada, como el chiquillo que nos pidió perdón en inglés diciendo que había sido una broma tonta o el hombre que se cayó encima de una máquina al intentar dejarme pasar en el gym. Otra vez, llegamos a tener una conversación de lo más interesante con unos chicos en el café Balima.

También siento a diario el afecto de muchos, las sonrisas sin doble sentido y el respeto de aquellos con los que más trato. Mbarak me saluda siempre con un respetuoso "Bonjour Mademoiselle" y nuestro portero, ese chiquito que vigila la puerta a todas horas, aunque no habla francés, me transmite ternura y es de lo más educado. 
Se me hace raro comprobar cómo cuando no te encuentras en la calle la cosa cambia, y el trato es de igual a igual. En las tiendas del barrio me reciben con una sonrisa y hasta entablamos la típica conversación (qué tal, qué tal, bien, bien ¿y tú?, ¿la familia? bien? bien, bien, me alegro, hamdullilah). Nuestro vecino de arriba es la persona más amable que he conocido aquí (bueno, casi tanto como el señor que, aquel día que nos perdimos, no se separó de nosotros hasta estar seguro de que estábamos por el buen camino).

Entonces, ¿qué os pasa a algunos? 

Saafi, saafi baraka. Algún día, espero, aprendan a tener más respeto y consideración.
Mientras tanto, yo me pongo mis cascos, escucho el ipod y camino con la cabeza bien alta... 
¡Que conmigo no pueden!

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13.12.10

Cómo sobrevivir al trafico en Marruecos

Intentar escribir un manual de cómo sobrevivir al tráfico en Rabat y todo Marruecos seguramente sería imposible... ya que la mayoría de reglas que aplicamos en casa cuando nos montamos en un coche, simplemente AQUI NO EXISTEN!

Veamos algunos ejemplos:

- Las rotondas: todos sabemos que hay que dejar pasar al que está dentro. Ea, que aquí también es así... bueno, desde hace un año. Antes el que tenía preferencia era el que entraba, pero parece que sólo algunos se han enterado de que es así. De esta manera, hay algunos que entran, otros que te dejan pasar, otros que no... ¿qué hacer en caso de duda? Cerrar un ojo y pisar el acelerador (con cuidado, claro) y confiar en que ellos saben cómo conducir y tú no...

- Los carriles: no importa cuántos carriles haya pintados en el suelo, los carriles están directamente relacionados con la anchura de la carretera y la anchura de los coches. ¿qué hacer? seguir detrás del coche que llevas delante e intentar encajar en el espacio que te toca. En caso de duda: ocupar el espacio que te de la gana y soportar los correspondientes pitidos.

- Adelantamientos: aquí lo mismo, no hay reglas. Adelantar es posible por la derecha, por la izquierda... No dudo de que si fuera físicamente posible, los coches saltarían unos encima de otros.
Se puede adelantar de noche, sin apenas luz, en zona de obras y a 120 (lo digo por propia experiencia en la autopista desde Casablanca a Rabat). 
Lo mismo te adelanta un autobús, que ese mismo autobús adelanta a un camión, como se puede ver un triple adelantamiento. ¿Mi preferido? el carril de adelantamiento compartido para los dos sentidos...

- Las luces: en Marruecos usar las largas es materia de supervivencia... que te den las largas puede significar de todo, pero lo más común es que sea un aviso de que te quieren adelantar o... simplemente por joder molestar un poco...

- El claxon: yo no soy muy amiga de pitar, pero aquí resulta que pitar es todo un arte! Un pitido puede querer decir: "Eh, aquí voy! ¡parece que no me ves!" "Oye, tú ¿no ves que quiero pasar?" Hasta aquí todo muy normal... 
pero es que también se podría interpretar "Hola guapa" o "Vaya coche tan currao con tus luces de colores ¿no?" o "Pásame una brocheta de pollo" En fín... todo un lenguaje que no creo que llegue a dominar en un año.

- Situaciones que se pueden ver en el día a día: en dos meses y medio intentando sobrevivir al tráfico rabatí he visto cualquier cosa... familias enteras montadas en una vespa con pedales (padre, madre y niño/niña/niños), 
gente montarse en coches en marcha,
adelantamiento de carro tirado por burro, 
un coche circulando con la rueda completamente pinchada (lo curioso es que el hombre, en vez de preocuparse por sus llantas, se dedicaba a mirarnos a las piernas a Mila y a mí)

- Algunos consejos para peatones: debido a que es más cómodo andar por la carretera que por la acera (muchas aceras pueden ser una trampa mortal con tanto agujero sorpresa, cables o basura) aprender a ser un peatón rabatí cuanto antes es más que necesario. 

Consejo número uno: cruza las calles como un verdadero marroquí, es decir, por donde quieras, cuando quieras y con toda la calma del mundo.

Consejo número dos: Si estás cruzando la calle y un coche viene hacia tí, no aumentes tu velocidad. Si lo haces, el coche seguirá a su ritmo o incluso acelerará pensando que vas a llegar antes a la acera. En cambio, si sigues a tu ritmo, comprenderá que estás pasando y al imaginar tu trayectoria sobre el suelo, te esquivará y no morirás atropellado.

Consejo número tres: en el centro no hay semáforos para peatones (una vez intentando coger un taxi en Souissi, el barrio de las embajadas y los casoplones, ¡encontré uno! ¡de verdad! más abajo os dejo la prueba) así que el truco consiste en estar atento al semáforo para coches/ esperar a que paren/ en su defecto: cruzar (como ya he explicado en el consejo uno, con toda la calma y tranquilidad del mundo).

Conclusión:

Conducir en Marruecos es lo más parecido a una carrera de karts o un videojuego en el que el objetivo es sortear a coches, señores, señoras, familias con niños (¿es que nadie ha pensado en los niños?) gatos y cosas indefinidas como bolsas o cartones... (y no, no te dan puntos por llevártelos por delante)

¡good luck! nada grave pasará, inshallah...

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Aquí parece todo muy tranquilito, pero... en cualquier momento se convierte todo en un gran circuito de karting

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Hala maja, intenta tú meter el coche por ahí
(porque tuve suerte al sacar la foto y esos coches no están parados, por mucho que lo parezca)

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¡Existen los semáforos con hombrecitos rojos y verdes!

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8.12.10

Algo mágico

Hay algo mágico que me hace sonreír cuando miro al cielo de Rabat estos días de calor y buen tiempo después de las tormentas. Pero... ¿será sólo eso?

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El cielo ardiendo visto desde el salón de casa
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Casi al atardecer, desde el coche de Rachee
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Alex, Juanpa y yo (y Rachee reflejada en mis gafas) el lunes en la playa de Skhirat... descansando del fin de semana

4.12.10

Las cigüeñas

Ellas también están pasando el invierno en Rabat. Como yo, volaron desde el norte, dejaron atrás el frío y se instalaron cerca de la oficina. Aquí se sienten seguras, a pesar de las tormentas que las rodean algunas semanas, vuelan cada mañana por encima de la Avenue du Chellah con una sonrisa en el pico.

A veces, como esta semana, cae una tormenta del cielo. Últimamente el tiempo está revuelto en Marruecos, pero a pesar de todo las cigüeñas, como yo, están felices de pasar el invierno por los cielos de Rabat.


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1.12.10

Marruecos a través de los ojos de Sara

"Feel free" fueron sus palabras el día que me abrió las puertas de su casa. Yo me las tomé al pie de la letra.
Me acogió en su pisito de Madrid, ese que nos unió tanto. Fuimos compañeras de siestas con manta, raviolis con aceite de oliva y conversaciones nocturnas en la cama.

Esta vez fui yo la que le abrió la puerta de mi casa, cambié las siestas por paseos y los raviolis por tajine, pero las conversaciones en la cama no se pueden cambiar por nada.

Sí, tenía muchas ganas de ver a mi romie, a Saris... de enseñarle todo esto, que formara un poquito parte de mi vida aquí. De verdad espero que hayas estado contenta.

Le enseñé los Oudaia, La Medina, le presenté a mis amigos vendedores de bolsos, zapatos, zapatillas falsas, pañuelos... conduje por primera vez aquí para llevarle a un auténtico pueblo juia, nos fuimos a pasar un finde "no tan romántico a Marrakech" ¡y sobre todo le llevé a comer a todas horas!

Hoy tomo prestadas las fotos de Sara, todas salvo la primera (sacada en Mallorca este verano, mi favorita con ella) son Marruecos visto a través de sus ojos.

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Los Oudaia, de los que hablo tanto, fue una de nuestras primeras paradas, con su whisky bereber (no os asustéis, ¡es té con menta!) y sus pastitas. Sin duda, es uno de los lugares con más encanto de Rabat, de lo mejor para pasar la tarde y ver el atardecer al borde de la mar.

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Después de dar un paseo por la Medina (que eso siempre da hambre) nada mejor que ir a cenar al Dar Naji, restaurante típico marroquí, muy bien de precio, al lado de la puerta de Bab el Had. ¿Lo mejor? La decoración bereber, la haima de la terraza (que no pudimos aprovechar del frío que hacía) y su comida: la ensalada rara de la que nunca recuerdo el nombre, el tajine de pollo con limón o el de cordero con ciruelas pasas y huevo cocido.

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El jueves me tomé el día libre para irnos a comer a Mehdya. Mehdya es un pueblecito cerca de Kenitra, como a una hora en coche de Rabat.

Gracias a Rachee, que confió en mí y me dejó su coche (merci bien, fuiste muy valiente), volví a conducir dos meses después de abandonar mi pobre coche en Bilbao. ¡Y menuda experiencia! Hoy no es el día para hablaros del tráfico en Marruecos, pero os adelanto que es terrible y caótico, lo mismo tienes que adelantar un carro tirado por un burro, que se te cruza un tío gordo con un chándal prieto por medio de la carretera.

He de decir que era la primera vez que llevaba un coche que no fuera mío, la primera vez que llevaba un automático y como he dicho, la primera vez que conducía en Marruecos. ¡Fueron muy valientes mis compañeros de viaje!

A pesar de todo, llegamos vivos a Mehdya, donde puedes comprar el pescado en la lonja y te lo preparan allí mismo fresco fresco. Se lo recomiendo a todo el que quiera vivir una experiencia más auténtica. Estaba todo buenísimo: gambitas, rabas, raya y ese pez que nos miraba raro.

Después y antes de volver, paramos para darnos un paseo por la enorme playa a la que espero ir en verano.
Una muy buena excursión de nuevo gracias a Rachee y su coche, y a Edu, fotógrafo y guía el jueves pasado y buen amigo siempre.

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Finalmente, la semana de Sara en Marruecos terminó con la ya conocida visita a Marrakech. ¡Para qué hablar de ello de nuevo! Sólo espero que vuelvas para llevarte un fin de semana que no llueva...
¡Gracias por venir!



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