10.4.11

Qué pequeño es el mundo y qué idiota puede seguir siendo la gente

Dicen que con sólo tres conexiones, podemos dar la vuelta al mundo. Es decir, que toda persona tiene un amigo, que tiene un amigo, que tiene un amigo, que a la vez puede que te conozca y todas esas personas viven de manera que, si se unieran con una línea, dicha línea daría una vuelta completa al planeta.

Este año y todos los años, los becarios IC3X formamos parte de una red que da la vuelta al mundo varias veces (como solemos decir, tenemos sofás que visitar en gran parte de los países del planeta) así que es fácil que hagamos esa conexión. Sin embargo, no es la red IC3X la que me ha hecho pensar en el título del post de hoy.

Esta es una de esas historias curiosas que te hacen decir: ¡qué pequeño es el mundo y qué idiota puede seguir siendo la gente!

Me contaba una amiga que hace unos días venía a Rabat un conocido de otra ciudad de Marruecos. Este conocido quería enseñarle Rabat a una pareja de amigos que habían venido a visitarle desde Madrid. Aprovechando esta visita de un día, iban a reunirse todos a comer en uno de los mejores restaurantes de la ciudad (para todo el que no lo conozca, el Sirio de Bab el Had tiene la mejor comida siria de todo Rabat y alrededores).

Mi amiga estaba encantada con el plan hasta que, en la llamada para definir la hora del encuentro se menciona su nombre (hay que decir que ni su conocido ni las visitas sabían que ella iba a comer porque era a través de otro amigo rabatí que ella se había apuntado al plan de la comida) y resulta que el chico que visitaba Marruecos y mi amiga habían tenido un "pequeño roce" hace años en Madrid. De aquí el "¡qué pequeño es el mundo!" ¡¡Cómo imaginar que el amigo de un amigo y mi amiga se habían conocido en otro país hace un tiempo y no se habían llevado del todo bien!!

Así que mi amiga, por lo que me contó, pensó que ya hacía mucho de eso, y que por el Sirio, se perdonaba un pequeño encontronazo (por el Sirio, digo yo, se perdona hasta el más grande de los problemas!) y que todos tan felices a comer en armonía y felicidad. Que para eso está Marruecos, para vivir tranquilamente y sin problemas.

Pero... ¡qué idiota puede seguir siendo la gente! La visita dijo que prefería comer en el Sirio sin mi amiga. Que ni cientos de kilómetros, ni otro país, un montón de tiempo ni un amigo en común los juntarían alrededor de una mesa!!!

Hay que ver lo pequeño que es el mundo y lo idiota que puede seguir siendo la gente...

Yo por mi parte, llevaré a comer al Sirio a mi amiga en cuanto tengamos un día libre.



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Bab el Had, una de las puertas de la medina de Rabat 

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