28.11.10

Marrakech amor-odio

Ayer, durante esas 4 horas y media/casi 5 de trayecto Marrakech-Rabat pensé que la mejor manera de describir mis sentimientos por Marrakech en aquel momento eran "Marrakech amor-odio" como en ese capítulo "Nueva Jersey amor-odio" de HOW I MET YOUR MOTHER.

Pues bien kids, todo empezó el viernes, aprovechando que el vuelo de mi romie Saris salía de allí esta mañana, decidimos pasar el weekend allá al sur. 
(Cuando me pase alguna de esas fotos tan bonitas os hablaré de la semana en Rabat con mi romie, mi compañera de ceco/habitación en madrid, pero hoy me voy a centrar en nuestras horas en esa ciudad que inevitablemente nos recordaba a Carmina y ahora no sé a qué, pero nada demasiado bueno).

El viaje de ida fue bien, como señoritas de bien nos pillamos unos billetes en primera clase, (más que nada para asegurarnos un asiento y que no pasara cuando ella llegó, que pasó cinco horas a oscuras pendiente de su maleta) y si no tenemos en cuenta el aire frío que salía primero de la calefacción o el calor que hacía después en el compartimento cerrado a cal y canto, todo fue muy bien. A las 11 de la noche estábamos cruzando la famosa Jmaa l Fnaa.

El ryad en el que dormimos es genial, se llama Lila y está ahí cerquita, callejeando un poco nada más. La habitación tenía la cama más grande en la que he dormido nunca. ¡Todo perfecto diréis!

Hasta que nos levantamos,

Llovía a mares ¿quién decía que en Marrakech no llueve? y los vecinos franceses de habitación no nos hicieron sitio para desayunar, así que nos acabamos tomando todo en una mesita (parecida de tamaño a la mesilla que tengo al lado de la cama) en una esquina. "Qué más da, estamos en Marrakech! Ahora nos ponemos las botas de agua y nos vamos a ver a los monos"

Antes de llegar a la plaza, que ya he comentado antes, estaba al ladito, ya tenía los pieses mojados, y tras un regateo inútil (el amigo juia ya me veía los calcetines calados y no hubo mucho que hacer) me compré unas converse falsas.

Como toda ciudad marroquí cuando llueve, Marrakech no tenía muy buena pinta, y tras mojarnos muy mucho viendo la Koutubia (esa hermana de La Giralda en Marruecos) nos metimos en la medina. Allí fue donde empecé a marearme...

Las medinas son sitios algo agobiantes de por sí, y cuando estás mareado y te van frotando jabones y especias por los brazos... ¡eso ya es la leche! En vano me compré unas aceitunas creyendo que era una bajada de tensión (segundo timo del día: aquello parecían pasas de lo seco que estaban)
y tras dar vueltas y vueltas volvimos a salir a la plaza (por lo menos hacía algo de sol en ese momento, hamdulillah)

Pude comer algo e intentamos ir hacia el Palacio Bahía (según Mila, es precioso, Mila también dice que Marrakech es de lo más bonito que ha visto en este país) pero yo ya estaba que no podía dar dos pasos seguidos.

Decidimos volver a descansar un rato, y eso se convirtió en una hora de cama con escalofríos. (Tengo que contar que no soy la única que está un poco enfermilla estos días y ya sabíamos que el segundo día es peor que el primero...)

Así, pensando pensando, decidimos que lo mejor era que me pillara el tren a Rabat y huir mientras me fuera posible andar. (El vuelo de Sara salía a primerísima hora de allí así que el domingo era un día inútil para mí) con lo que, tras hacer la bolsa salí del ryad (por si os lo preguntabais, sí, volvía a llover) cruzar Jmaa l Fnaa, luchar con otros turistas por pillar un taxi y saltar por charcos antes de llegar a la Gare, conseguí llegar a la ventanilla!

No... no penséis que por fin conseguí salir de aquella ciudad, ¿tan fácil creíais que iba a ser? Antes tuve que sortear como a 70 preadolescentes grabando un anuncio de chocolatinas (si hubieran sido Tuktu les habría perdonado), firmar un papel en el que daba fe de que me había devuelto la diferencia entre el billete de primera clase de hoy y el de segunda cambiado precipitadamente (aprox 6 euros), pegarme para pasar por el chequeo del billete y volver a mojarme esperando a que llegara el tren en las vías...

Después, cinco horas de tren en las que se me secó el pelo, la chaqueta, las recién estrenadas converse falsas, los vaqueros... cinco horas dan para pensar muuucho.
Yo me imaginaba a Carmina, con los pies mojados en la Jmaa el Fnaa, viendo las serpientes y los monos, comiendo un sandwich de atún intentando no caer redonda en medio de la plaza... qué ideal tendría que estar Carmina en mi lugar...

Aún así, tengo la firme intención de volver a Marrakech, ¡qué narices! si a todo el mundo le gusta seguro que es culpa de la lluvia y la enfermedad (esas que se vinieron a Rabat conmigo en tren, esas que siguen aquí conmigo en el tarbas naranja del salón).


Marrakech amor-odio, el amor llegará kids, inshallah!
ná, los que me conocéis sabéis que no me gusta decir inshallah así que: el amor por Marrakech, estoy convencida, llegará en un futuro.

Beslama! buena semana a todos 
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Jmaa l Fnaa sin esos charcos y con otra luz dicen que es más bonito
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los monos de la plaza Jmaa l Fnaa
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la Koutubia y los juias vendiendo paraguas a precio de oro
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 ya se me veía la carucha de enferma eh...
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Sí, hubo un momento en el que salió el sol
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en el tren de vuelta ¿sana y salva?

1 comentario:

  1. Vaya Lina!
    Tienes que ir más veces que seguro que todo el odio se convierte en amor :)
    A mí me cayó la del tigre en mi viaje, con decirte que temí por mi vida en un barco...
    En fin, son las aventuras las que nos hacen!
    Un besazo, mejórate!

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